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Seguimos nuestro trayecto por las islas de Okinawa. La última semana la hemos pasado en la isla de Miyako.
Pensábamos que después de lo que nos gustó Ishigaki, ya no se podía ir a mejor, pero estábamos equivocados, y es que Miyako nos ha gustado todavía más.
La isla tiene un montón de playas impresionantes, y además de muchos estilos diferentes. Playas largas de arena blanca y un agua todavía más turquesa si cabe que en Ishigaki, lenguas de arena enmedio del mar, combinadas con calitas más pequeñas y rocosas, muchas de ellas con corales en bastante buen estado y montón de peces de todos los colores y tamaños, ideales para hacer snorkel.
Afortunadamente, aquí tampoco nos hemos encontrado con ninguna de las criaturas peligrosas que aparecen en los carteles de advertencias en la entrada de algunas playas.
Si es cierto que en general en la isla se ve más ajetreo que en Ishigaki, un poco más de tráfico, bastantes construcciones en curso, y en algunas playas hay un poco más de gente (en otras muchas estábamos prácticamente solos), pero lejísimos todavía de los niveles de sitios masificados.
Otra ventaja de Miyako es que tiene muy cerquita 3 islas más pequeñitas alrededor que están unidas a la isla principal por puentes (alguno de ellos bastante largo y con vistas impresionantes), lo que nos permitía ir en coche y poder visitarlas sin necesidad de estar pillando un barco. Con lo que al final tienes 4 islas al precio de una š.
De hecho la playa que más nos ha gustado estaba en una de estas islitas, concretamente Shimoji.
Y cómo bonus, hay el cabo Higashi-Hennazaki, que tiene un faro en la punta y acantilados con unas vistas espectaculares.
El pueblo principal de la isla, no es especialmente bonito, pero si tiene bastante vidilla, montón de restaurantes japoneses de distintos estilos. Hemos podido probar unos cuantos y todos buenísimos. Nos han gustado especialmente uno de Okonomiyaki (la "pizza japonesa"), y otro de fideos soba. Ambos muy muy locales, con cartas solo en japonés y con camareros que apenas hablaban inglés. Y es que la última vez que vinimos a Japón en 2006, cuando te encontrabas con este panorama, o pedías a ciegas (un poco arriesgado), o te ibas. Ahora las nuevas tecnologías (principalmente Google lens y Google translator) te permiten ir a este tipo de sitios sin excesivas dificultades. Adicionalmente también hemos notado que el nivel de inglés, aunque sigue siendo bastante pobre, ahora ya da para entenderse más o menos para cosas básicas sin necesidad de utilizar tecnología. También con la ayuda de la voluntad incansable de los japoneses por ayudar.
En definitiva, una isla genial que nos ha encantado y que al igual que Ishigaki, sube directa a las primeras posiciones de nuestro ranking de islas favoritas.